Hay cocinas que han cambiado el mundo, la china o la mediterránea, otras que solo han valido para alimentar, que ya es bastante, y otras que aportan acentos y sabores que impregnan la alimentación mundial. Los alemanes no tuvieron la suerte o la desgracia de ser romanizados y su cocina se tomó caminos muy diferentes de la de sus vecinos franceses. Mas contundente, con productos más limitados y sin tantos refinamientos…sin embargo ha dejado una influencia esencial en la cocina mundial. Si hay algo que los germanos adoran es la punzada de lo acido en sus platos. Casi ausente el picante de su cocina y con las especias limitadas, es esta intensa sensación de lo agrio la que equilibra y da intensidad a las recetas. La omnipresente mostaza en todas sus variantes o los encurtidos como el chucrut o los pepinillos dan reconocimiento y ligereza a las recetas. Podríamos pensar, en cualquier caso, que fuera de sus platos tradicionales su influencia ha sido menor, pero estaríamos cometiendo un gran error. Solo la hamburguesería más reconocida del mundo despacha más de dos mil quinientos millones de hamburguesas al año, y todas ellas llevan un producto esencial, la carne, y otro que marca la diferencia y aporta el pellizco de intensidad: una rodaja de pepinillo. Me da igual si se fabrican en USA o Tokio, ese sabor es pura Germania.
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