Los que conozcan las cerveceras del País Vasco creo que se pueden hacer una idea bastante clara de lo que son los Biergarten alemanes, pues tienen una localización y organización muy similar: Se instalan en zonas boscosas y se aprovechan básicamente los jardines, en los que se suelen instalar mesas de madera y bancos corridos. El servicio se hace por los mismos comensales que encargan y recogen la comanda en un punto, y finalmente son lugares en los que poblaciones que por geografía están acostumbradas a soportar 300 días de mal tiempo al año, se lanzan los otros 65 alborozados a disfrutar del aire libre. La experiencia se convierte en perfecta cuando se mezcla con mucha cerveza y la comida más batallera y sabrosa que pueda encontrar. ¿Se puede pedir más? Por si fueran pocas las coincidencias ambos nacieron en el siglo XIX y si bien en Bavaria su nacimiento está relacionado con la necesidad de la producción de cerveza, en País Vasco no se encuentran más razones que las de ocio…vaya usted a saber. En nuestra reciente visita a Stuttgart visitamos uno de estos lugares llamado Bärenschlössle, literalmente el «palacete de los osos», situado en medio del parque natural de Rotwildpark. A parte de la consabida y excelente cerveza intentamos disfrutar de las mejores especialidades del lugar. Salchichas, como no, acompañadas de mostaza bien fuerte o rábano rallado picante, es curioso cómo no se cansa uno de comer salchichas cuando son realmente buenas. Pedimos también un maultaschen, que para quien no lo sepa es una pasta rellena más alemana que la música de Wagner, que nos gustó, pero la hemos tomamos mejor en otros lugares. Los bretzel no faltaron y finalmente un leberkase (pastel de carne) con huevo y patatas nos pareció suficiente como desayuno tardío. Lo dicho, ¿se puede pedir más?

Nombres de los platos que aparecen:
Maultaschen mit Kartoffelsalat, Lyoner mit Kartoffelsalat, debreziner mit Rettich y Leberkäse mit Bratkartoffeln und huevo frito.