Personalmente me fio cada vez menos de las criticas en lugares como Google, pero por mucho que uno quiera, cuando viaja uno a un lugar nuevo y no tiene la menor referencias, algún criterio se tiene que tener. Viajábamos por la Palma (la isla, no confundir con Palma de Mallorca ni con ninguna de las otras cien mil palmas) y al descubrir que nuestro restaurante elegido estaba cerrado tuvimos que improvisar. Nos gustó La Era, en el pueblo de Los Canarios. A pesar de que su valoración era relativamente baja (4,1), hubo algo en las imágenes y un cierto instinto que nos decidió. El local es pequeño, pero cuenta con un jardín importante, y aunque llegamos un tanto a deshora, nos atendieron rápidamente. Sí que es cierto que tienen una atención al personal más bien directa y sin estos acaramelamientos a los que estamos tan acostumbrados, y al parecer hay opinadores que echa de menos estas formas (yo no). La comanda nos la dijeron ellos. De entrantes croquetas: Estupendas, muy originales y hechas a base de pescado, juraría que con algún tipo de adobo, y con un rebozado tosco y crujiente. Me encantaron, pues destilan autenticidad en un mundo de croquetas que parecen todas de La Cocinera. De plato principal: Bichillo con cebolla, o lo que es lo mismo, un estupendo filete de cerdo, tierno y jugoso, cubierto de una cebolla sofrita y endulzada. Un plato estupendo y sorprendente. También tomamos un bacalao desmigado sobre un boniato y mojo de cilantro intenso que ya querrían restaurantes de “los buenos”. De postre, como no, un Príncipe Alberto, la gran creación de la repostería palmera. Créanme, no hagan caso a Google.
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