Como en otros viajes nos gusta reseñar lugares que nos gustaron y entendemos que son representativos de la gastronomía que podemos encontrar, pero rara vez hacemos recomendaciones. Nakoul es la excepción. Marrakech presenta una clara separación entre la gastronomía local y lo que suele estar disponible para los turistas, sin embargo, este restaurante rompe esa barrera y merece ser destacado. Desde el principio plantea una prueba de fuego: nada de agua embotellada. Aquí sirven su propia agua en botella de cristal. Si vienes a jugar, hay que jugar. A partir de ahí, la experiencia solo mejora. Comenzamos con entrantes de toda clase: Unos briouates rellenos de queso y tomillo, hummus, mutabal, remolacha en agua de rosas, calabaza con canela, “puros” rellenos de verduras y limón….y no sigo. Todo sencillamente estupendo. Complementamos el arranque con una caliente sopa harira. Intensa en sabor, con esa característica falta de sal tan típica de la cocina marroquí. Aunque los tajines son una opción habitual, al tratarse de una cena optamos por algo más ligero: bocadillos de salchichas merguez, una variante africana elaborada con cordero o ternera. Se sirven con cebolla caramelizada y tomate fresco, logrando un equilibrio entre sabor y ligereza. Otro de los imprescindibles es el bocadillo de atún. Sencillo y perfecto: huevo, cebolla y atún en un pan tipo pita. Todo lo que se ofrece en Nakoul es honesto, sabroso y con precios auténticamente marroquíes. No solo ofrece comida, sino una experiencia genuina. Es un lugar donde el turista puede acercarse a la cocina local sin filtros ni concesiones, y eso lo convierte en una joya dentro del panorama gastronómico de Marrakech. No se lo pierdan.
Detalles
Nakoul es un restaurante que te llama la atención cuando pasas por delante. Es un local rectangular y desde la puerta y escaparate lo ves completamente. En la entrada, pero en la parte de fuera, hay una mesita con un banco y unas flores, eso ya te da una idea… las mesas y bancos en el interior son de madera clarita y contrastan con las vajillas y decoración que además están a la venta…
La dueña, que es francesa, está sirviendo la mesas y en la carta declara que son platos caseros de su infancia en Marrakech. Desde luego el ambiente no puede ser más acogedor.