Una de las mejores cosas que uno puede hacer en Marrakech es vivir el atardecer tomando un té desde una de sus terrazas, o disfrutar de del aire fresco de las primeras horas de la noche mientras se cena. La luz rojiza iluminando la ciudad, las llamadas a la oración, las estrellas que suelen llenar todo el cielo, el aire que refresca. Todas razones suficientes para dedicar una parte del día a esta actividad. Lo curioso es que el hacer vida en las terrazas no es ni mucho menos una costumbre creada por los turistas. Ya en las primeras visitas de occidentales al interior más aislado del país les llamó la atención como los pueblos bereberes solían utilizar los cierres de las casas como lugar de encuentro social.  Convertido ahora en un negocio, Marrakech está llena de restaurantes que ofrecen sus terrazas, pero hoy nos ocuparemos de uno de los que mejor prensa tienen:  Nomad. Para empezar, tiene una preciosa terraza que de por si es suficiente razón para ir, pero a parte podemos comer realmente bien. Entre sus platos destaca la torta de sardinas, crujiente y llena de sabor, con una combinación perfecta del pescado con vegetales frescos como tomate, pimientos rojos y cilantro. Para los amantes de los vegetales, las tortas de calabacín en yogur, así como el tradicional hummus, no se deben dejar pasar. Para finalizar no debemos olvidar el postre. El mil hojas de caramelo muy tostado y crema de café, combina la textura crujiente del hojaldre con el sabor profundo y casi amargo del caramelo y el café. Exquisito. El precio es plenamente europeo, pero es una de esas cosas que uno no debe dejar de hacer si pasa por esta bulliciosa ciudad.