De un tiempo a esta parte la zona de la calle Menéndez Pelayo, frente al Retiro de Madrid, y todas las calles que arrancan de ella (Ibiza, Sainz de Baranda, Doctor Castelo etc..) se han convertido en uno de los hervideros de la hostelería de la ciudad. Calles que contenían apenas algún restaurante de relevancia se han llenado de locales que compiten ferozmente por atraer clientes. Todo esto, sin duda para alegría de los hosteleros y de los dueños de los locales, que han podido subir, si no multiplicar, los precios pagados.

Cuando los precios suben, pero la calidad acompaña, puede ser un fastidio, pero se entiende. El problema viene cuando te sientas en uno de estos locales y por una cerveza y unas patatas te cobran una escandalera. El Lambuzo yo creo que tiene un equilibrio interesante entre un precio razonable y una localización envidiable frente al mismo parque del Retiro. La terraza es ciertamente pequeña, pero a cambio cuentan con un buen salón lleno de luz. La decoración no es recargada y transmite una ligereza que se agradece. Su carta está totalmente orientada a la tapa y la ración compartida, cosa de la que no nos cansamos. Su servicio de mesa es realmente rápido y bien organizado, algo que no es fácil de ver en todos sitios.

Arrancamos ya con la carta y pedimos para empezar una ensaladilla de langostinos. Esta ración, cada vez más habitual, permite tomar la ensaladilla rusa de toda la vida, pero con sensaciones más ligeras. El resultado es correcto, aunque a los langostinos se les nota, lógicamente, una larga congelación. Seguimos con las croquetas que tienen sabor intenso y sabroso, que no siempre es fácil de encontrar, y un rebozado de calidad. Como mejora podríamos decir que a la masa le sobra un poco de densidad. Sensaciones más ambiguas nos dieron las albóndigas de choco, pues el sabor era en exceso fuerte y le faltaba refinamiento. Lo mejor sin duda las hamburguesas de rabo de toro, con un tierno pan brioche y una mayonesa que suavizaba a la carne. El bizcocho de naranja y chocolate tiene un amargor interesante.

Finalmente, por medias raciones de poco más de 7 euros y las bebidas a un precio ajustado se puede comer decentemente sin tener que acabar limpiando los platos como le ocurría a Carpanta, y créanme que en esta zona empieza a ser algo difícil de conseguir.