Hace ya algún tiempo que la cocina dejo de ser un conocimiento que se aprendía exclusivamente en el ámbito familiar, pasando la formación a depender de múltiples escuelas que se abrieron por todo el país. Junto a estas escuelas se abrieron restaurante que completaban la parte práctica de los estudiantes, en unas materias que francamente son insustentables sobre la teoría. En Madrid, y más concretamente en el parque de la Quinta de los Molinos, se abre el restaurante “La Quinta Cocina” un espacio de formación que a su vez permite, por un precio razonable, disfrutar de una comida interesante.

Vayan o no al restaurante les recomiendo encarecidamente la visita a este parque, aunque evitando siempre el periodo de floración de los almendros. La razón no es ninguna animadversión hacia este magnífico árbol, sino la animadversión a esa masa de ociosos que aparecen en dicha época y abarrotan este espacio habitualmente tan tranquilo. Evitado este momento no es mala idea hacer la visita con la inclusión de una comida en el citado restaurante.

El edificio histórico sobre el que se levanta de por sí es una preciosidad, ocupando el patio central las mesas para los clientes. Si además estamos en periodo que el tiempo lo permita se puede comer en su patio exterior.

Una vez sentados una primera advertencia. Esta usted en una escuela, los chicos que están sirviéndole están aprendiendo y cometen errores, ármese de paciencia, no vaya cuando tenga prisa y disfrute de las esperas (y si algún plato está frío cuando se lo sirvan piense que la OMS ha determinado hace tiempo que es mucho más saludable).

Segunda advertencia. Es una escuela y aunque se pueden pedir platos de batalla (hamburguesas, sándwiches, etc.…) es mucho más interesante ir a los platos de más elaboración, materia prima y riesgo. Quien no apuesta no gana.

En mi última visita tomé una samosas de morcilla y calabaza. El relleno estaba muy equilibrado y el picante de la morcilla tenía el pellizco justo. Muy interesante la mayonesa en la que se podía untar y el crujiente perfecto de la masa. Sí que es cierto que se echó de menos un escurrido más estricto de las samosas y se producía una evidente sobrante de aceite. El guacamole es equilibrado y fresco, aunque sin mayores comentarios.

De segundo pedimos una caldereta de pescado que rezumaba sabor por todos lados. El caldo, la verdadera esencia del plato, sabroso y potente, pero sin los excesos de sal tan habituales en otros lugares. Muy recomendable.

El tataki de atún se basa en dos cosas muy básicas y sencillas. Producto excelente y tratamiento minimalista. Ambos objetivos cumplidos y no es fácil de decir esto en un plato que es tan maltratado en tantos sitios.

Finalmente, los postres son también de buena calidad, aunque sin correr grandes riesgos (tarta de queso, postres de chocolate etc.)

Un sitio excelente, una comida con algunos momentos realmente brillantes y todo a un ritmo pausado. El precio con entrantes bebidas y postre puede rondar los 25€ por persona, que no es barato, pero en ocasiones realmente lo justifica.

Y recuerde si en algún momento le tiran el vino encima al servir, es parte del juego que está aceptando, no sea ridículo y no se enfade.

Detalles

La Quinta Cocina es un proyecto de inserción promovido por el Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, dirigido a jóvenes de entre 16 y 23 años que se encuentren en situación de riesgo de exclusión social. Su objetivo es formar a 120 chicos y chicas al año como ayudantes de cocina y de camarero/a capacitándoles profesionalmente de cara a su posterior inserción laboral y social.
Además, el proyecto ofrece un servicio de cafetería para los usuarios del Espacio Abierto de la Quinta de los Molinos, del que forma parte, atendido por los alumnos de La Quinta Cocina.

+ INFO

Cerezos en flor de la quinta de los molinos