A un restaurante se va a comer, no hay duda, pero quien no entienda que se va a muchas cosas más lo tiene difícil hoy por hoy. Si el ambiente no es acogedor es muy difícil que realmente disfrutemos de una buena comida, si el trato no es el esperado creo que será imposible que demos la experiencia por buena. La Cantina del Matadero tiene una estupenda comida, pero el ambiente es lo que hace que disfrutemos realmente de nuestra visita.

El Matadero ya de por si es un escenario (y digo escenario por lo teatral del mismo) que da al restaurante un valor multiplicado. La parte interior, tan difícil de adaptar a la hostelería y tan bien resuelto, con su estética industrial y su enorme escalera…sólo por recrearse de este escenario dan ganas de comer aquí. Pero si preferimos estar al aire libre, cosa que en Madrid es una necesidad gran parte del año, su patio es una estupenda elección. Rodeado de los antiguos edificios de ladrillo, fresco gracias a las corrientes y vegetación, hoy es una de las mejores opciones que podemos elegir para las noches de verano.

La vocación de la carta es clara: comida desenfadada, ligera, con un punto de sofisticación. Para esta ocasión tomamos los mejillones con salsa harissa y miel, que saben aportar el pellizco justo al molusco y haciendo un estupendo entrante para compartir. La berenjena asada con queso scamorza y albahaca parece una gran idea, pero se nos quedó un poco plano. El ceviche, plato un tanto abusado últimamente, está realmente bueno. La apuesta es arriesgada pero el resultado es brillante:  lubina con un pure de boniato con naranja y, especialmente reseñable, el añadido de canela. Podría no haber funcionado, pero en esta ocasión lo hace.

Y todo esto con una suave brisa y las estrellas sobre nuestras cabezas ¿Qué más se puede pedir?

Detalles

Temperatura perfecta, olor a jazmín, lucecitas sobre nuestras cabezas, comida rica, cervezas bien frias…

https://www.oliviatecuida.net/cantina-matadero

La Cantina del Matadero, Olivia te Cuida.