España es un país en el que se puede comer muy bien, y Sevilla una ciudad en la que se puede encontrar cosas estupendas. Las expectativas estaban altas y no siempre es fácil alcanzarlas, no digamos ya que te sorprendan. Eso es lo que nos paso la semana pasada en Barra Baja, restaurante creado por Patricia Moliner y Rafa Liñán en el 2019 (vaya año para comenzar un restaurante) y que se ha convertido en lo más interesante de la ciudad. La propuesta es sencilla: producto andaluz de la máxima calidad con un cocinado que revela los sabores al máximo. Una creatividad lejos de los exotismos cansinos y recetas que nunca enmascara el producto y en las que las partes son perfectamente reconocibles. Fácil de decir y difícil de hacer. La carta, la cocina abierta y la sala, con parte de los comensales en barra, ya nos narra un planteamiento que supera la típica secuencia de platos y postres. Para empezar, nos sirven unos pepinos con un encurtido elegante que tan raro es de encontrar en el mundo del vinagre. Nuestra primera elección fue el carpaccio de cigalas, que resulto exquisito. El coral que baña las finísimas láminas de cigala es una maravilla de sabor y equilibrio. Seguimos en el pescado con el crudo de corvina con gazpachuelo, un heredero en la forma de los ceviches, pero sustituyendo lo acido por lo cremoso. Pura cremosidad. Pasamos a la carne con mayúsculas, con unas mollejas de corazón de vaca glaseadas. Grasa y sutil acidez de lima, para repetir mil veces. Unos tomates y mojama nos dan el toque vegetal. Cerramos con un pan de chocolate que me retrotrae directo a un mus que hacía mi abuela y cuya receta es la gran herencia de la familia. Lo único que no nos gustó es que se acabara la cena y lo único que esperamos es volver cuanto antes. Para colmo no superó los cincuenta euros por persona. ¿Se puede pedir más?
Detalles
Barra baja es un restaurante de decoración neutra y sutil, parece un escenario donde todo el attrezzo pasa desapercibido exceptuando la comida, la vajilla y los cocineros en el escenario principal, a la vista de todos, tras la barra baja donde tuvimos la suerte de estar en primera línea del espectáculo.
