Cuando uno viaja a La Graciosa, esa isla remota al norte de Lanzarote no imagina lo cara que puede salirle la factura del comer. Este rincón exótico, casi detenido en el tiempo, con calles de arena y apenas unos cientos de habitantes, parece prometer precios de otra época… pero nada más lejos de la realidad. La isla vive hoy principalmente del turismo, y una gran parte de sus ingresos provienen de los almuerzos que consumen los centenares de visitantes que llegan cada día. Hay pocos restaurantes pero con una oferta bastante interesante —como en casi toda Lanzarote— pero también con precios altos. Y si lo que quieres es explorar la isla sin detenerte a comer en mesa, la cosa no mejora mucho. Hay poco donde elegir: un supermercado con precios elevados y poco más. Pero aquí viene la joya del viaje: Pastelería Panadería Quela. Aunque el nombre indica repostería (que también tiene), lo verdaderamente interesante es su oferta de bocadillos. Sabrosos, generosos y —sorpresa— a solo 3 €. Una ganga real. El pan, esponjoso y bien elegido, resiste bien el calor y el paso de las horas. Los rellenos, siempre acompañados de salsas (la mayonesa, protagonista), garantizan sabor y jugosidad, aunque lleven tiempo envueltos. Probamos varios: el de pata, el de pollo al curry, atún vegetal o el clásico de tortilla fueron de lo mejor. Para los más atrevidos, el de pollo con salsa barbacoa y patatas Ruffles; y para paladares más finos, el de salmón ahumado en pan integral con semillas. Una recomendación sincera si visitas La Graciosa: ve a Quela y llévate un bocadillo. El resto ya lo pone la isla.

