Una de las cosas más bizarras que uno puede encontrar es un restaurante que se publicita a si mismo por lo que No nos da de comer, en vez de por lo que sirve, es tan común que ya ni nos llama la atención. ¿Qué son los vegetarianos sino “restaurantes donde no se come carne”? o en el extremo de los veganos “donde no se come carne, ni huevos, ni leche etc, etc… Raro ¿verdad?
Pues en uno de estos lugares me encontré y comí con gusto, puesto que me considero una especie de extraño vegetariano: me encanta la carne, pero siempre prefiero los vegetales y, en su ausencia, el pescado. Más difícil se me hace encajar el veganismo, pues no puedo imaginar un mundo sin los millones de quesos que lo habitan o un pisto sin un huevo frito que lo adorne. El lugar en concreto se llama “La Oveja Negra” y sin duda se ha convertido en uno de los restaurantes veganos de referencia en Madrid.
Probamos las quesadillas (sin queso claro), que sin embargo tenían un falso cheddar que realmente transmitía la sensación de fundente. Muy logrado. Las ensaladas bien y originales, como era de esperar. Los nachos sabrosos. Los wrapps nos dieron diferentes sensaciones. El de seitán rico y con un gusto muy aromático, pero el Jackfruit con espinacas y calabaza se nos hizo un poco soso. Una de sus estrellas es la hamburguesa oveja, de soja y con beicon (falso claro). Para mi gusto le faltaba intensidad y el sabor a carne, que en muchos casos está muy logrado, en este plato no se percibía. Resaltar las patatas, que estaban realmente ricas mojadas en la “veganesa”
Los postres fueron un tanto decepcionantes, pues suelen ser lo que más “sencillo” de adaptar, si bien la eliminación del huevo y la leche crean dificultades. El cheescake tenía una pinta estupenda pero una vez probado resultaba sosón. El bizcocho de zanahoria un tanto amazacotado.
Conclusión: Un buen lugar para disfrutar de la comida vegana, si bien hay que aceptar sus limitaciones. Mi sensación es que a este tipo de alimentación todavía le queda un largo camino por recorrer para contar con una verdadera tradición culinaria y abandonar definitivamente la utilización de trampantojo como método de montar los platos. Tiempo al tiempo.
Detalles
Fuimos en domingo, el restaurante estaba hasta arriba. A pesar del ruido el ambiente era agradable y la gente que trabaja alli muy maja. Las vajillas, vasos, servilletas básicos pero bonitos.