Hay restaurantes que se recuerdan por la comida, otros por el lugar y otros por con quién comimos. La verdad es que de las tres opciones la última es la más deseable de todas. Ca La Nuri en Barcelona tiene una comida correcta: Su calamar estaba tierno y bien cocinado, sus buñuelos de bacalao ricos y las croquetas sabrosas, aunque carecían de la cremosidad suficiente. Del arroz, su plato estrella, pedimos el negro con zamburiñas. Podemos decir que estaba bien y con buen punto, pero se echa de menos la intensidad de un fumet con verdadero cuerpo. El lugar es estupendo. En plena playa del Somorrostro junto a la Barceloneta, con una terraza que te permite comer al aire libre cuando las condiciones lo permiten, y un comedor con vistas al mar que se utiliza cuando, como fue el caso, la brisa fría de la noche lo aconseja. Difícil de olvidar el crujir del mar oscuro tras las cristaleras. Pero tampoco será está la razón por la que recordaremos esa cena. La razón real es que fuimos un grupo de amigos y nos reímos y lo pasamos bien. Hablando de nada y un poco de todo, bebiendo y comiendo. Caminamos junto a la playa y finalmente volvimos para levantarnos pocas horas después por trabajo. Justo en ese lugar por el que pasamos charlando está el Hospital de Mar, y hoy, uno de los que caminábamos esa noche, está ahí ingresado. No sabemos ni por cuanto tiempo ni con que resultado. Así es la vida, así son las cosas. Brindemos mientras podamos y nunca olvidemos los buenos momentos.